El 13 de septiembre de 1936 tuvo lugar en la Dehesilla el asesinato del preso derechista Francisco Pérez Pérez a manos de elementos incontrolados asociados a agrupaciones de tendencia izquierdista.
Sabemos que el trato recibido por estos reos en la cárcel de Alcalá no fue precisamente el mejor, sobre todo por el creciente radicalismo y crispación que se percibía en el ambiente del pueblo, toda vez que un mes antes la Aviación sublevada contra la República había bombardeado por primera el casco urbano (dejando varios muertos) y que en aquel fatídico mes de septiembre el Ejército regular y las tropas moras al servicio de Franco se acercaban a la ciudad de la Mota. Los testimonios desgarradores que traían los refugiados que huían de las represalias que los golpistas tomaban contra sectores de izquierda en multitud de pueblos de Sevilla y Córdoba, caldearon aun más el ambiente e hicieron multiplicar las presiones de los grupos más radicalizados para atentar contra la integridad física de los presos de derechas. Es por ello que las autoridades republicanas entendieron que los reos corrían más peligro en sus domicilios, si se les liberaba por no encontrarles delitos mayores, que en la propia Prisión. Esa precisamente fue la suerte que corrió aquel 13 de septiembre, Francisco Pérez Pérez, al que se le asesinó nada más ser liberado por una cuadrilla de milicianos en la zona de la Dehesilla. Entre los inculpados en la denuncia que interpuso tres años después el hermano de la víctima, Teodoro, se encontraba Benigno Montañés Liñeira, «Beni», condenado a muerte después de la guerra tras ser acusado por un delito de rebelión militar y asesinato. La inexistencia de garantías judiciales en este tipo de procedimientos militares en los que se negaba al acusado la posibilidad de elegir abogado (entre otros aspectos), nos obliga a tomar con mucha cautela la atribución a Beni de dicho delito de sangre. No obstante, queda demostrado que el golpe del 18 de julio provocó en los meses siguientes al mismo la quiebra del orden en la zona republicana y una situación de extrema vulnerabilidad de los elementos asociados a la derecha local, que como fue el caso de Francisco Pérez Pérez, acabó perdiendo la vida nada más ser liberado al ser asesinado por elementos incontrolados. Igualemente, como puede apreciarse en la imagen adjunta, la víctima de derechas recibió una sepultura digna al tiempo de su muerte. Esa posibilidad se le negó a cientos de familias de víctimas de la Dictadura que el día de todos los Santos no tuvieron a donde llevar flores a sus seres queridos. Esta cuestión de justicia, y no otras que vende la literatura subpornográfica y el pseudoperiodismo, es la que explica la existencia de la Memoria Democrática.