Con la insurrección de octubre de 1934 los socialistas demostraron idéntico repudio del sistema institucional representativo que habían practicado los anarquistas en los años anteriores. Rompieron con el proceso democrático y con el sistema parlamentario como método de presión.
Plantear, sin embargo, que en octubre de 1934 se rompió la convivencia constitucional en España, preludio de la guerra civil, es situar a una insurrección obrera, reprimida por el orden republicano, en el mismo plano que una militar ejecutada por las fuerzas armadas del Estado.
La República siempre reprimió las insurrecciones e impuso el orden legítimo frente a ellas. El golpe de muerte se lo dieron desde dentro, desde el propio seno de sus medios de defensa, en julio de 1936. Entonces, y no en octubre de 1934 o en la primavera de 1936, comenzó la guerra.