Como no podía ser de otra manera, el totalitarismo de la Dictadura franquista que excluyó a todos aquellos ciudadanos de ideas contrarias al nacional-catolicismo, también se cebó con minorías como los gitanos. Hemos encontrado el caso de un vecino de Mures de etnia gitana llamado Juan María Campos Fajardo, quien fue denunciado, detenido y procesado por oponerse con las armas a los golpistas a partir del 18 de julio de 1936.
El racismo característico del Nuevo Estado franquista quedó patente a lo largo de su expediente militar, en el que en el apartado de profesión se añade el término «gitano». La declaración acusatoria más ejemplificadora fue la emprendida por Wenceslao Pérez Baeza, encargado del Depósito de la Cárcel de Alcalá en la que tras la guerra hubo hasta 800 presos políticos y que describió al procesado de la siguiente manera: «(…) era de los más entusiastas marxistas, compaginando de esta manera sus ideales políticos con sus aficciones a apoderarse de lo ajeno, ya que es gitano.
Al comenzar el dominio de la horda frente-populachera el inculpado se armó de escopeta y por si esta no era suficiente, también de cuchillo, dedicándose a robar todo lo que pudo, que no fue poco y también a detener a las personas de derechas (…)».
El juez Garín, auxiliado del secretario Rafael Juan Lovera (hermano de la que fuera archivera e historiadora local, Carmen Juan), fue el encargado de hacer las averiguaciones acerca de las actuaciones del encartado, quien, como puede apreciarse en la imagen adjunta, manifestó ante el tribunal de guerra que le juzgó en 1940 en Alcalá la Real que las declaraciones prestadas ante las autoridades locales habían sido extraídas bajo amenaza y tortura.
Como era de esperar, las reclamaciones del encausado cayeron en saco roto y el Consejo de Guerra le condenó a 20 años de reclusión temporal por un delito de auxilio a la rebelión militar dando por hecho que participó en el tiroteo que hirió al derechista Gregorio Fuentes Flores que más tarde fue asesinado.
El pésimo trato recibido y estado de las cárceles franquistas se llevó por delante la vida de muchos de los condenados, y ese fue el caso de Juan María, «fallecido» por una cardiopatía en la Colonia Penitenciaria de San Simón (Pontevedra) el 22 de junio de 1941.